Ya hablamos sobre los cuentos y su adaptación para la radio. Pero la
familia narrativa, a la que pertence el cuento, es muy fecunda. En ella
hay muchas más formas, es decir, muchos más formatos.
Están los mitos. Estos son relatos anónimos, muy antiguos, que
intentan responder a las preguntas fundamentales de la humanidad: de
dónde venimos, quiénes somos, a dónde vamos. Los mitos explican el
origen y el destino del mundo, de la vida, de los dioses. La mayoría de
ellos son relatos de carácter religioso y, como tal, exigen un respeto
especial a la hora de adaptarlos para radio. Desde los hombres de maíz
del Popol Vuh hasta Adán y Eva expulsados del paraíso, todas las
culturas nos regalan sus mejores tesoros de imaginación en los textos
míticos.
Están las leyendas, que también provienen de la tradición oral y
se transmiten como si fueran hechos históricos. Explican a las
generaciones futuras el significado de las relaciones que los seres
humanos han establecido con su entorno y entre ellos mismos. Una leyenda
nos enseña por qué el pájaro chogüí canta tan dulcemente en las
llanuras paraguayas. Otra nos hace ver en la hoja de la coca el rostro
ovalado y cautivador de la indiecita boliviana, hija del curaca, de
quien todos los jóvenes se enamoraban.
Los misterios de la naturaleza --el rayo, el arco iris, las
originalidades de cada animal y de cada árbol-- se descifran en estas
narraciones simbólicas. También la historia y el comportamiento de los
humanos se vuelven legendarios. La Llorona en Venezuela y la Ciguanaba
en El Salvador son una advertencia para los hombres casquivanos. Héroes y
heroínas, santos sin altar, chasquis cansados en la puna y
chullachaquis juguetones en la selva, todos entran, y nos hacen entrar,
en el mundo asombroso de las leyendas.
Están las fábulas, cuando los animales protagonizan la historia. Éstas
son explícitamente morales. La especie humana, la más violenta y menos
civilizada que puebla la tierra, hará bien en aprender de los buenos
modales y la conducta equitativa de los otros moradores del planeta.
Todas las fábulas culminan, como sabemos, en una moraleja.
Y están los relatos de todo tipo, piezas narrativas muchas veces
inclasificables de la tradición oral y escrita, siempre dispuestas a ser
adaptadas para radio. Por supuesto, también podemos inventar nuestros
propios cuentos e historias. Pero haciendo buenas adaptaciones, ganamos
doble: entrenamos nuestra creatividad asomándonos a la de otros, y damos
a conocer a un público masivo las extraordinarias narraciones que
duermen en la memoria de los abuelos y en los anaqueles de las
bibliotecas. ¡Hay demasiada literatura buena esperando este favor!
Los pasos que indicamos
para la adaptación radiofónica de los cuentos sirven también para los
mitos, fábulas, leyendas y toda clase de relatos. Un narrador o
narradora irá llevando el hilo de la historia y se irán intercalando
escenitas con personajes. La música y los efectos sonoros les darán el
calor y el color necesarios a las producciones.
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